domingo, 28 de septiembre de 2008
Informamos que la I Jornada de Historia del Siglo XX cambia la fecha de su realización al viernes 10 de octubre.
Informamos que la I Jornada de Historia del Siglo XX cambia la fecha de su realización al viernes 10 de octubre.
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Etiquetas: Seminarios Jornadas y Congresos
COLOQUIO INTERNACIONAL:
CARL SCHMITT Y LEO STRAUSS:
TEOLOGÍA, FILOSOFÍA, POLÍTICA
jueves 2 y viernes 3 de octubre
Goethe-Institut Av. Corrientes 319
entrada libre en inglés con traducción
se entregará certificado de asistencia a quien lo solicite
informes: prog@buenosaires.goethe.org
La obra de Carl Schmitt y Leo Strauss propone una interrogación crítica de intensidad inigualada respecto de las premisas racionalistas, liberales y progresistas del pensamiento político moderno en el siglo XX. Ambos autores articulan su reflexión alrededor de la convergencia y la tensión entre teología, filosofía y política, confrontando a sus lectores y estudiosos con una meditación acerca de lo justo y lo legítimo que desafía el sentido común de esta época. En tiempos de mundialización y expansión de la conflictividad irrestricta, el estudio y la discusión de su pensamiento se muestra particularmente estimulante como vehículo para reinterrogar convicciones y respuestas estandarizadas.
El encuentro Carl Schmitt y Leo Strauss: teología, filosofía, política, coordinado por Claudia Hilb y Jorge Dotti, reúne durante dos jornadas en Buenos Aires a algunos de los más importantes intérpretes de la obra de estos autores: Carlo Galli (Italia), Jean François Kervégan (Francia), Heinrich Meier (Alemania), Thomas Pangle (Canadá/EE.UU.), Miguel Vatter (Chile), Jorge Dotti, José Luis Galimidi y Claudia Hilb (Argentina).
Heinrich Meier, reconocido como uno de los mayores especialistas en la obra de Leo Strauss y a cargo en la actualidad de la edición de su obra completa en alemán, presentará durante las jornadas la traducción de uno de sus últimos libros: Carl Schmitt, Leo Strauss y El concepto de lo político. Sobre un diálogo entre ausentes (Katz, 2008).
programa
jueves 2
15hs. Apertura
15.30hs. Thomas Pangle: "La significación filosófica de la correspondencia entre Leo Strauss y Gerhard Krueger"
17hs. Mesa redonda con M. Vatter, J. L. Galimidi y C. Hilb.
Miguel Vatter:"Derecho Natural y Estado de Excepción en Leo Strauss".
José Luis Galimidi: "Reflexiones alrededor del texto Por qué seguimos siendo judíos de Leo Strauss"
Claudia Hilb: "El Rousseau de Strauss"
viernes 3
15hs. Mesa redonda con C. Galli, JF. Kervégan y J. Dotti.
Carlo Galli: "Strauss y Schmitt sobre Spinoza"
Jean-François Kervegan: "¿Qué significa ser un teólogo de la jurisprudencia?"
Jorge Dotti: "El joven Strauss - una lectura schmittiana"
18hs. Presentación del libro “Carl Schmitt, Leo Strauss y El concepto de lo político. Sobre un diálogo entre ausentes”* de Heinrich Meier, por el autor y José L. Galimidi
19hs. Conferencia de cierre Heinrich Meier.
* Acerca de Carl Schmitt, Leo Strauss y El concepto de lo político. Sobre un diálogo entre ausentes de Heinrich Meier:
Carl Schmitt fue el más famoso y polémico defensor de la teología política en el siglo XX. Pero en su trabajo más conocido, El concepto de lo político, publicado en 1927, 1932 y 1933, consideraciones políticas lo llevaron a ocultar el modo en que su teoría dependía de su fe en la revelación divina. En 1932, Leo Strauss publicó una revisión crítica del libro de Schmitt, que dio inicio a un intercambio muy sutil entre ambos con respecto a la crítica schmittiana del liberalismo. Aunque Schmitt nunca le respondió públicamente, en la tercera edición de su libro cambió una serie de pasajes atendiendo a las críticas de Strauss. En esta obra, Heinrich Meier muestra lo que el diálogo notable entre Schmitt y Strauss pone de manifiesto sobre el desarrollo de estos dos pensadores seminales.
Meier sostiene que aquel intercambio sólo aparentemente gira en torno del liberalismo. En lo esencial, ese "diálogo oculto" explora el conflicto fundamental entre la teología política y la filosofía política, entre revelación y razón y, en última instancia, la cuestión esencial de cómo los seres humanos deben vivir sus vidas.
Jorge Dotti es Profesor de Filosofía política en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA e investigador del CONICET. Es también Director de Deus Mortalis. Cuaderno de Filosofía Política. Autor de artículos y libros de su especialidad, entre los referidos al tema del coloquio se destacan Carl Schmitt en Argentina (Homo Sapiens 2000) y (compilador junto con J. Pinto) Carl Schmitt. Su época y su pensamiento (Eudeba 2002).
José Luis Galimidi es profesor en las Universidades de San Andrés y de Buenos Aires, miembro del comité de redacción del Cuaderno de Filosofía Política Deus Mortalis, y del Centro de Investigaciones Filosóficas (CIF). Es autor del libro Leviatán conquistador: reverencia y legitimidad en la filosofía política de Thomas Hobbes (Homo Sapiens, 2004), así como diversos artículos para publicaciones, tanto académicas como de difusión ampliada, y realizó la traducción, con notas y estudio preliminar, de Utopía, de Tomás Moro (Colihue, 2006). Cantante lírico, integra por concurso la cuerda de tenores del Coro Polifónico Nacional.
Carlo Galli es Profesor de Historia de las Doctrinas Políticas de la Universidad de Bologna, Italia. Es asimismo Director responsable de Filosofia Politica. Autor de numerosos artículos y libros de filosofía política, entre los que se destacan los recientes Genealogia della politica. Carl Schmitt e la crisi del pensiero politico moderno (Il Mulino 1996), Spazi politici (Il Mulino 2001), La guerra globale (Laterza 2002), Enciclopedia del pensiero politico, (con Roberto Esposito - Laterza 2005), es también editor de Manuale di storia del pensiero politico (Il Mulino 2006). Recientemente ha publicado Lo sguardo di Giano. Saggi su Carl Schmitt (Il Mulino 2008).
Claudia Hilb es profesora en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Conicet. Es autora de Leo Strauss, el arte de leer (FCE, 2005), Miedo, gloria y vanidad. El rostro plural del hombre hobbesiano (en colab., Prometeo 2007), y de artículos de teoría política y de intervención sobre problemas políticos contemporáneos. Actualmente se encuentra compilando un libro colectivo sobre la obra de Leo Strauss.
Jean François Kervégan es Profesor del Institut Universitaire de France y de la Universidad de Paris 1/Panthéon-Sorbonne. Es autor de numerosos libros y artículos de filosofía y filosofía política, entre ellos Hegel, Carl Schmitt. La politique entre spéculation et positivité (PUF 1992), y (en codirección con G. Marmasse) de la colecciòn de ensayos Hegel penseur du droit (CNRS 2004). Ha traducido al francés los Principios de la Filosofía del derecho de Hegel (Vrin 1998 y 2003). Su último libro publicado es L’effectif et le rationnel. Hegel et l’esprit objectif, Vrin, 2007. Actualmente está preparando un libro cuyo título provisorio es Le droit saisi par la morale?
Es autor de Carl Schmitt, Leo Strauss y ´El concepto de lo político´. Un diálogo entre ausentes (Katz, 2008), de Leo Strauss y el problema teológico-político (Katz, 2006) y de La lección de Carlo Schmitt. Cuatro capítulos acerca de la diferenciación entre teología política y filosofía política, así como de numerosos otros textos, varios de ellos consagrados al pensamiento de Leo Strauss.
Thomas Pangle es titular de la Joe R. Long Chair in Democratic Studies, Department of Government, University of Texas at Austin. Sus libros más recientes son Leo Strauss: An Introduction to His Thought and Intellectual Legacy (The Johns Hopkins University Press, 2006) y Political Philosophy and the God of Abraham (The Johns Hopkins University Press, 2003). Autor de una extensa obra en filosofía política, es asimismo el editor y prologuista de The Rebirth of Classical Political Rationalism: An Introduction to the Thought of Leo Strauss (University of Chicago Press, 1989) y de numerosos textos sobre la obra de Strauss.
Miguel Vatter es profesor asociado en el Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha enseñado filosofía y ciencia política en Ohio University y Northwestern University. Entre sus publicaciones se cuentan Between Form and Event. Machiavelli´s Theory of Political Freedom (Kluwer 2000), "Strauss and Schmitt as Readers of Hobbes and Spinoza" en CR: The New Centennial Review 4:3 (2004), “Rawls and Schmitt on the political”, Political Theory, Vol. 36, No. 2, 2008. Actualmente está terminando un libro sobre Leo Strauss y la teologia politica para Cambridge University Press.
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Jornadas Internacionales
Estética y política en el pensamiento de Giorgio Agamben
Fecha límite de presentación de resúmenes de ponencias: 15 de octubre de 2008
Lugar: Sala Augusto Cortázar de la Biblioteca Nacional
Presentación
Desde hace aproximadamente quince años, el filósofo Giorgio Agamben ha desarrollado una serie de conceptos que pretenden dar respuesta a las mistificaciones sangrientas del nuevo orden planetario, contribuir a una genealogía del poder en Occidente pero, sobre todo, recusar de manera contundente las categorías fundamentales de la metafísica. Se trata básicamente de las nociones de "nuda vida", "homo sacer", "estado de excepción" y "teología económica" que Agamben ha venido presentando particularmente en un conjunto de obras que indican, en su título, su pertenencia a la serie "homo sacer". El punto central de esta saga es el tratamiento que la vida humana ha venido a recibir en la relación política-metafísica, en especial en la modernidad, en virtud del cual se ha producido una "inclusión excluyente" o una "inclusión exclusiva" de la vida animal en la vida política. Estos desarrollos filosóficos permiten comprender el umbral de nuestro mundo por el que se han vuelto posibles prácticas aparentemente tan contradictorias con los ideales de la política moderna como las concentracionarias o las genocidas pero también las imperialistas, las terroristas y las que posibilitan la creciente exclusión de los regímenes democráticos. En estos desarrollos, Agamben recupera algunos ejes de sus investigaciones previas de manera que la actual saga trabaja en una especial inflexión entre estética y política.
Estas jornadas invitan a reflexionar sobre los desarrollos señalados a fin de explorar una de las obras más ricas y de mayor potencialidad del pensamiento contemporáneo.
Las actividades (conferencias y presentación de trabajos) se desarrollarán entre las 09.00-13.30 hs. y las 15.00-20.30 hs.
Conferencistas confirmados:
Dra. Mónica Cragnolini
Lic. Felisa Santos
Dr. Fabián Ludueña Romandini
Dr. Marcelo Raffin
Inscripciones y participación
Se recibirán resúmenes de ponencias hasta el 15 de octubre de 2008. Los resúmenes serán de hasta 500 palabras y deberán indicar título, pertenencia institucional y dirección de correo electrónico.
Los trabajos definitivos deberán contener 2.000 palabras y ser presentados en un máximo de 15 minutos.
Idiomas para la presentación de trabajos: castellano, italiano, portugués, francés e inglés.
Modalidades y aranceles de inscripción
- Ponentes:
Estudiantes: $ 50
Graduados: $ 80
- Asistentes: $ 30
El pago de aranceles se realizará durante el evento.
Se extenderán certificados.
Informes e inscripción:
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Entrevista a Hannah Arendt:
"Ni conservadora, ni socialista, ni liberal; no creo que este tipo de cosas aclare en absoluto las verdaderas cuestiones de este siglo."
En noviembre de 1972 se celebró en Toronto un coloquio consagrado a la obra de Hannah Arendt, en el que ella misma participó. Melvyn Hill publicó el conjunto de las intervenciones en Hannah Arendt, The recovery of the Public World, en el que también reunió las respuestas de Arendt a las preguntas que le planteaban especialistas, filósofos o sus amigos más cercanos. Y pocos lo fueron, tanto como Hans J. Morgenthau y Mary McCarthy, sus interlocutores en estas líneas:
Hans Morgenthau: ¿Qué es usted? ¿Conservadora? ¿Liberal? ¿Cúal es su posición en el tablero de ajedrez contemporáneo?
Hannah Arendt: No lo sé. Ni sé, ni jamás lo he sabido. Y me imagino que jamás mantuve una posición de este género. La izquierda, como usted sabe, me toma por conservadora, y los conservadores, a veces, por alguien de izquierdas, una refractaria o Dios sabe qué. Y debo decir que me trae completamente sin cuidado. No creo que este tipo de cosas aclare en absoluto las verdaderas cuestiones de este siglo. No pertenezco a ningún grupo. El sionismo es el único grupo al que he pertenecido en toda mi vida. A causa de Hitler, por supuesto. Y aún así, sólo entre 1933 y 1943. Tras ese periodo, rompí con el grupo. La única posibilidad de defenderse por ser judío y no por ser un ser humano: en esa época, pensaba que era un grave error ya que si te atacan por el hecho de ser judío, uno no puede contestar: “disculpe, no soy judío, soy un ser humano”. Es estúpido. Y estaba inmersa en este tipo de estupideces. No había otra posibilidad: por eso me comprometí con la política judía: la verdad es que no fue tanto política, hice trabajo social, el que estaba, de cierta manera, ligado a la política.
“Ni socialista ni liberal”
”Nunca he sido socialista. Nunca he sido comunista. Vengo de un medio socialista. Mis padres eran socialistas, pero, por mi parte, nunca he tenido la mínima veleidad. Por eso no puedo contestar a la pregunta. Nunca he sido liberal. Cuando he dicho que no lo era, omití señalar que tampoco he creído jamás en el liberalismo. Cuando llegué a Estados Unidos, escribí en mi inglés cojitranco un artículo sobre Kafka, y lo anglonizaron para “Partisan Review”. Cuando fui a hablarles de la anglonización y leí este artículo, la palabra “progreso”, entre todas, me saltó a los ojos. Objeté: “¿qué quieren decir con eso? Nunca he empleado esta palabra”, etc. De repente, uno de los redactores fue a ver a otro en la sala de al lado. Me dejaron allí plantada y les escuché decir, en un tono realmente desesperado: “¡Ni siquiera cree en el progreso!”.
Mary Mc Carthy: Y sobre el capitalismo, ¿cuál es tu posición?
Hannah Arendt: No comparto el gran entusiasmo de Marx sobre el capitalismo. Si lees las primeras páginas del Manifiesto comunista, es el más famoso elogio del capitalismo que se haya visto jamás. Y eso, en una época en la que el capitalismo ya era el blanco de ataques mordaces, en particular por parte de la derecha. Los conservadores fueron los primeros en producir las numerosas críticas que fueron luego asumidas por la izquierda, pero también por Marx, por supuesto. En un sentido, Marx tenía absolutamente razón: el socialismo es el fin lógico del capitalismo. Y la razón es muy simple. El capitalismo empezó con la expropiación. La ley determinó entonces el desarrollo. Y el socialismo persigue la expropiación hasta su término lógico y, en cierta manera, se escapa a toda influencia moderadora. Lo que llamamos el socialismo humano significa simplemente que esta tendencia cruel que debutó con el capitalismo y continuó con el socialismo está, más o menos, templada por el derecho.
Todo el proceso moderno de producción es, en realidad, un proceso de expropiación progresiva. Por eso, me voy a negar siempre a realizar una distinción entre los dos. Para mí, se trata de un único y mismo movimiento. Y, en ese sentido, Karl Marx tenía toda la razón. Fue el único que realmente se atrevió a pensar este nuevo proceso de producción, que se propagó por Europa en el siglo XVII, y luego en el XVIII y en el XIX. Hasta ahí, es absolutamente cierto. Aunque, es el infierno. Finalmente, no es el paraíso lo que viene. Lo que Marx no ha entendido, es que se trata realmente del poder. No entendió esta cosa estrictamente política. Sin embargo, vio algo, vio que el capitalismo, librado a sí mismo, tiende a barrer todas las leyes que cruzan su cruel progresión.
La crueldad del capitalismo en los siglos XVII, XVIII y XIX también ha sido aplastante. No hay que perder esto de vista cuando leemos el formidable elogio que Marx hace del capitalismo. A pesar de estar inmerso en el centro de las consecuencias más abominables de este sistema, esto no le impidió creer que era un gran tema. Por supuesto, también era hegeliano y creía en la fuerza de lo negativo. Pues bien, yo, por mi parte, no creo en la fuerza de lo negativo, de la negación, si supone algo terrible para los demás.
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(Traducción de S. Derreza). Peter Sloterdijk.
Este artículo apareció en Spiegel Spezial (junio de 1999).
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Entrevista a Hans-Georg Gadamer: Heidegger
por Franco Volpi*
El filosofo Hans Georg Gadamer, quizá el último de los discípulos formados con Heidegger, recuerda las clases de su maestro, Martin Heidegger y examina su decisión de apoyar al nazismo. Gadamer evoca las influencias que marcaron a Heidegger y su novelesca pasión con la joven filósofa judía Hannah Arendt. El 26 de mayo se cumplen veinticinco años de la muerte de Martin Heidegger, el controvertido filósofo del siglo XX. Nadie mejor para evocarlo que Hans Georg Gadamer, uno de los más grandes filósofos vivos. En una nota del 22 de enero del 39, recogida en sus obras completas, Heidegger escribe que Gadamer es, junto con Walter Bröcker, “el único que domina en verdad la filosofía antigua, que constituye el alfa y el omega de la educación filosófica”.
-¿Cómo conoció a Heidegger?
-En la universidad de Friburgo. Algunos de mis amigos iban a escucharlo y volvían fascinados por la magia de sus claves. Contaban que era una manera completamente nueva de hacer hablar a los textos tradicionales. Así, en el verano de 1923 también yo fui a Friburgo y quedé muy impresionado. Oírlo interpretar a los griegos, a Platón, a Aristóteles, y luego a Pablo, a Agustín, al joven Lutero; verlo trabajar en sus primeras tentativas de hallar un vocabulario filosófico nuevo para expresar el sentido de la existencia humana, fue una experiencia indescriptible. Reinaba la sensación de que estaba naciendo un nuevo astro en la filosofía alemana.
- ¿Tuvo algún contacto con él?
- Al principio, cuando asistí por primera vez a sus seminarios, mantuve con él una relación académica, de alumno y maestro. Cuando vino a Marburgo, en cambio, mantuvimos una relación mucho más intensa, confidencial, casi familiar. Entre otras cosas, fue el padrino de bautismo de mi hija.
- Si examinamos la lista de participantes de los seminarios de Friburgo, se ven nombres que dejaron una fuerte impronta en la filosofía contemporánea alemana.
- Es verdad. En Friburgo estuvieron Marcuse, Horkheimer, Joachim Ritter, Hans Jonas. En una ocasión también estuvo Leo Strauss, pero sólo de paso, cuando Heidegger comentó el primer libro de la Metafísica de Aristóteles. También para él, que estudiaba en la mítica Heidelberg de Max Weber, fue una experiencia inolvidable. Tan es así, que me lo recordó cuando volvimos a vernos en París en el año 1933. En comparación con Heidegger, Weber le parecía un “pobre huerfanito”. Heidegger, en resumen, era sencillamente formidable. Nunca vi un talento filosófico igual.
- Sin embargo, Weber tuvo gran influencia en Heidegger.
- Heidegger había seguído su pensamiento con atención y lo respetaba mucho, aunque veía en él al hombre público. En ese sentido, desde su punto de visto filosófico, lo criticaba. Sin embargo, lo consideraba más interesante que Heinrich Rickert, del cual, por otra parte, Weber tomaba buena parte de sus categorías filosóficas.
- En aquellos años el verdadero descubrimiento de Heidegger fue Nietzsche.
- Nietzsche estaba presente en la cultura alemana desde principios de siglo, a través de las vanguardias artísticas y literarias. También el joven Heidegger respiró esa atmósfera pero más tarde, hacia la mitad de los años treinta, empezó a enfrentarse seriamente con los textos nietzscheanos. Ya existía el libro sobre Nietzsche de Jaspers, de quien Heidegger era amigo, y también el Alfred Baeumler, otro amigo de Heidegger. A todos les resultaba evidente la importancia que tenía Nietzsche en el pensamiento alemán, y también Heidegger quiso dominarlo. La verdad es que no sé si lo logró. Su hijo Hermann me contó que Nietzsche lo hacía entrar en crisis y que en su casa siempre decía: “¡Nietzsche me destruyó!”
- No sabía que Heidegger fuera amigo de Baeumler.
- Hasta cierto punto. Baeumler, por otra parte, no era ningún tonto. Escribió un libro nada malo sobre la Crítica de la razón pura, de Kant. Después, sin embargo, Heidegger criticó su interpretación de Nietzsche. Baeumler, que junto con Ernst Krieck y Alfred Rosenberg, se había convertido en uno de los inspiradores de la política cultural del partido nacional socialista, reaccionó con hostilidad. También se convirtió en acérrimo enemigo mío y trató por todos los medios de obstaculizar mi carrera.
- Hablamos de Nietzsche…
- En aquellos años, en el mundo alemán era prácticamente obligatorio abordarlo. No había filósofo, literato o artista que no hubiera pasado en algún momento de su vida por una etapa nietzscheana. Yo soy uno de los pocos que escaparon a esa fascinación por Nietzsche.
- Ernst Jünger era uno de los grandes intérpretes de Nietzsche. ¿Lo conoció?
- Conocí tanto a Ernst como a Friedrich Georg, su hermano. Eran personas completamente distintas. Ernst era más genial, pero tenía un carácter más difícil. Friedrich Georg, el poeta, en cambio, era un romántico. Nos frecuentamos durante un tiempo. Aprecio sobre todo lo que escribió en el libro La perfección de la técnica . También conocí personalmente a Ernst. Me daba la impresión de un típico hombre de formación militar. Tenía una postura rígida y una voz casi metálica, átona.
- ¿Cuáles fueron, en su opinión, los motivos por los que Heidegger ingresó al partido nacional socialista en 1933 y se hizo designar rector de Friburgo?
- Cuando llegó a Marburgo la noticia de que Heidegger había tomado partido en favor del nazismo, no podíamos creerlo. ¿Heidegger, nazi? “¡Imposible!”, fue nuestra primera reacción. Era absurdo, un sinsentido. Su esperanza de impulsar una renovación de la universidad por medio del movimiento nacional socialista fue de una ingenuidad increíble, sobre todo en el caso de alguien como él, que no tenía idea sobre el funcionamiento de un aparato burocrático. Recuerdo que, tras asumir el cargo, en pocas semanas toda la administración universitaria quedó paralizada. Escrupuloso como era, pretendía ver y controlar personalmente todo aquello que firmaba. Y nunca firmaba algo sin leerlo antes.
- Karl Löwith, que fue discípulo de Heidegger, escribe cosas terribles sobre su conducta después de 1933.
- En realidad, Heidegger hizo todo lo que pudo por ayudar a Löwith, pero no era un valiente y, de todos modos, no habría obtenido nada de los nazis. El destino de Löwith estaba sellado desde el principio. Lo que terminó con la amistad fue que, en esas circunstancias, cuando Heidegger viaja a Roma en 1936 y, al día siguiente de su conferencia, va a buscar a Löwith, no tuvo la delicadeza de quitarse el distintivo del partido. Para Löwith fue una provocación, y eso precipitó la ruptura.
- Se dijo que Heidegger fue antisemita.
- No cabe duda de que Heidegger era temeroso, pero decir que fue antisemita es una necedad. Cuando se hablaba del tema, Paul Friedländer, un colaborador de origen judío que había trabajado con él en Marburgo, decía que para Heidegger el único criterio de selección era la inteligencia, no los orígenes judíos o arios. Por lo demás, sus numerosos discípulos judíos —Löwith, Jonas, Hannah Arendt, Günther Anders, Marcuse—, así como el hecho de que a principios de la década del 30 incluso su asistente, Werner Brock, era judío, constituyen la mejor refutación.
- Sin embargo, la poesía que escribió Celan tras su visita a la cabaña de Todtnauberg, donde vivía el filósofo, alude a que su posición a ese respecto era elusiva.
- No, no creo que la poesía de Celan quiera decir eso. Me parece que interpretar su
relación en esos términos es reduccionista, como si no hubieran tenido otro tema de discusión que el nacional socialismo y el holocausto. Seguramente hablaron de otras cosas. Heidegger admiraba mucho la poesía de Celan. La consideraba arte con mayúsculas, la forma del pensamiento poético que él impulsaba. A Celan, por su parte, le interesaban los temas filosóficos que abordaba Heidegger. Ambos compartían un mismo sentimiento respecto de la importancia de la poesía en una época de crisis.
- ¿También rechaza las acusaciones de antisemitismo?
- Sí, y la prueba más convincente es su extraordinaria historia de amor con Hannah Arendt.
- ¿La relación entre ambos había trascendido?
- No, en absoluto. Para nosotros fue una sorpresa, pero eso arroja una luz más humana sobre su personalidad. También la figura de la mujer de Heidegger se revalorizó. Se la suele considerar una nazi fanática pero las cosas no son así. El hecho de que Heidegger decidiera quedarse a su lado significa que, a pesar de todo, Elfride era la mujer indicada para él, y que su organización doméstica le permitía a él ser lo que era. Heidegger tenía una gran fantasía pero al mismo tiempo poseía una disciplina de hierro en lo que respecta al trabajo. Si bien estuvo expuesto a muchas tentaciones, sobre todo en lo que hace al sexo opuesto, consiguió elaborar una obra filosófica de extraordinaria envergadura.
- ¿A qué se refiere cuando alude a las relaciones de Heidegger con el sexo opuesto?
- A que Hannah Arendt fue sólo el comienzo. Es evidente que ella lo hizo feliz, y esa historia es única e irrepetible para Heidegger. Sin embargo, su personalidad carismática tenía para las mujeres una fascinación especial. Después de la historia con Arendt, es probable que haya dejado de reprimirse. Circulan muchas historias al respecto, algunas fundadas.
- ¿Cómo vivió Heidegger la posguerra?
- Había perdido todo. En todo sentido, tanto en lo material como en lo espiritual. Se hundía en una profunda crisis. El drama fue que, en realidad, hacía tiempo que se había distanciado de su entusiasmo inicial por el nazismo que, por otra parte, criticaba en sus clases. Sin embargo, como era una persona muy temerosa, no tuvo la valentía de manifestar abiertamente sus disensos. Una vez terminada la guerra, se lo quería hacer pasar por nazi a pesar de que no lo era.
- ¿Su mujer influyó o no tuvo influencia en su adhesión inicial al nazismo?
- No, es un mito muy extendido pero sin fundamento. Su mujer no era nazi sino simpatizante del partido güelfo, que tenía representación en el parlamento prusiano y cuyo programa político se caracterizaba por su oposición al cesarismo.
- Pero se dice que era una mujer muy rígida, que fue ella quien evitó que su marido
asistiera al entierro de Husserl.
- Ese es otro episodio que revela la debilidad de Heidegger. Fue una falta de valentía imperdonable. Estábamos en 1938 y probablemente Heidegger temió que su asistencia pudiera comprometer su posición ante el nazismo. Es verdad que él ya no tenía chance de participar activamente en las decisiones sobre la política cultural del nacional socialismo, como tal vez esperaba cuando aceptó el cargo de rector.
- Usted muestra el costado humano de Heidegger pero, ¿hubo una toma de distancia en el terreno filosófico?
- Percibí con claridad lo peligrosa que era su elección. Mi reacción fue evitar todo contacto con él. No lo vi durante cinco años, pero no por razones morales o porque quisiera manifestarle así mi desacuerdo, sino porque no quería quedar involucrado. Tal vez su único verdadero acto de valentía fue renunciar al rectorado. Fue una verdadera provocación a la jerarquía nacional socialista. La opinión pública no comprendió el significado de ese gesto. Para él fue el principio de las dificultades. En sus clases, quienes lo escuchaban advertían que había una clara toma de distancia respecto del nacional socialismo.
*Profesor de Historia de la Filosofía en la Universidad de Padua, Profesor Visitante en la Universidad Laval de Québec, Poiters y Nissa, además de brindar conferenciuas y seminarios en otras universidades europeas y de América Latina. Es miembro de la consultoría científica de las Revistas Philosophischer Literaturanzeiger, Brentano Studien, Husserl Studien, Les Etudes Philosophiques, Internationale Zeitschrift für Philosophie, Iride, Filosofia politica, Informazione filosofica, como asimismo de la consultoría filosófica de la editorial Adelphi sobre el pensamiento italiano contemporáneo. En 1989 recibió el Premio Montecchio por traducción literaria. Colabora en el diario La Repubblica. Ha publicado entre otras obras: Heidegger e Brentano: L'aristotelismo e il problema dell'univocità' dell'essere nella formazione filosofica del giovane Martin Heidegger; La rinascita della filosofia pratica in Germania; Heidegger e Aristotele; La memoria e l'intelligenza; Sulla fortuna del concetto di Decadence nella cultura tedesca: Nietzsche e le sue fonti francesi; Il nichilismo. Ha traducido y dirigido obras de Gadamer, Heidegger, Schopenauer, Carl Schmitt y Rosa Luxemburg.
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