Breve Introducción a la Sociología Clásica (I)

miércoles, 19 de marzo de 2008

Breve Introducción a la Sociología Clásica: del Iluminismo a Weber.

El propósito del siguiente trabajo será comentar las consideraciones de J. C. Portantiero acerca de la génesis de la sociología y el desarrollo de sus posturas teóricas, siguiendo como guía la intepretación de Irving Zeitlin.
Periódicamente serán subidos al blog los capítulos que este breve trabajo implique. En líneas generales, comenzaremos por una reseña muy breve acerca del desarrollo del pensamiento social, para luego desembocar en el surgimiento de la sociología como ciencia empírica. Se desarrollará el derrotero que lleve a cabo el Iluminismo. Más adelante veremos a los autores de la reacción romántico conservadora, su influencia en la conformación de la sociología clásica y el debate negativismo-positivismo. Saint-Simon y Comte, nos ocuparán después. Tras esto, comentaremos la obra de Durkheim y Weber, y su diálogo y debate con Marx, lo que nos ayudará a delinear la propuesta del socialismo en el contexto de la sociología clásica.


Procedencia: Argentina.
Apellido y nombre del autor: Ahmed, Alejandro.
Institución a la que pertence: UBA.
Carrera: Ciencia Política
Contexto de la producción del trabajo: trabajo libre.
Resumen: comentario y desarrollo.


INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CLÁSICA
Notas al estudio de Juan Carlos Portantiero (1978) y aportes de Irving Zeitlin (1968)*



1. Breve reseña del proceso histórico y constitutivo del pensamiento social moderno y génesis de la ciencia social.


El pensamiento social y político sufre convulsiones. El medioevo comienza a cerrar sus puertas. Ha llegado el Renacimiento, y con él, el conflicto adquiere un renovado status crítico en las consciencias que piensan al Hombre. La realidad social solicita al pensamiento nuevas claves para comprender un orden que decae; para componer la fractura que infringe la propia realidad social al cuerpo teórico, que los propios elementos del medioevo comienzan a llevar al extremo hasta hacer estallar los límites del conjunto que los contienen. Es el preludio de la modernidad.

Con el surgimiento de las ciudades-estado europeas (principalmente, las que podríamos llamar italianas), los problemas de la organización del poder y del alcance de la autoridad política pasan a primer plano. La paulatina modernización de los estados y, por consiguiente, el proceso de centralización del poder político reclama respuestas. El pensamiento político hará lo posible por darlas...y sufrirá las consecuencias. Habrá un precursor: Nicolás Maquiavelo, el hombre que llamará a liberar la reflexión política del dogma teológico. En 1513, su afán militante por la unión de los fraccionados estados italianos bajo un régimen republicano, la mala fortuna de Boscoli, y el poder de los Medici lo llevarán a la cárcel y a la tortura. Ese mismo año comenzará a redactar El Príncipe.

Por su lado, la Reforma Protestante asestará un duro golpe que, al servir a los intereses de los príncipes de Europa central, permitirá poner en tela de juicio los alcances de la soberanía del poder teológico y la incipiente autonomía y preeminencia del poder político por sobre el espiritual.

Más de medio siglo y medio antes y en la misma tierra que Maquiavelo, Dante escribía en su De la monarquía “...fue necesario que el hombre tuviera una doble dirección en vista del doble fin: a saber, la del Sumo Pontífice, que según la verdad revelada, lleve al género a la vida eterna; y la del Emperador, que según las enseñanzas filosóficas, conduzca al género humano hacia la felicidad temporal.”[1] Este otro Florentino, lectura obligada de Maquiavelo, había sido condenado al exilio perpetuo años antes de redactar estas líneas en la católica península itálica.

Pero en cambio, Lutero ligará su nombre a una religión y, con ello, a la Historia. Cioran dice: “si quieres dejar un nombre, antes lígalo a una iglesia que a un imperio”.[2] El sacerdote tuvo la astucia y la fortuna de su lado…y a la nobleza cristiana de la nación alemana. Tras su decepción con el conciliarismo, la dependencia de la autoridad secular y de las instituciones políticas del gobernante para realizar su ansiada Reforma, se hizo absoluta. Los poderes seculares asumieron, irrevocablemente, el lugar que les había sido cedido o reconocido. Será por esto, que su nombre será asociado a la secularización del poder político y al fortalecimiento de la autoridad estatal.

El siglo XVI, siglo signado por las guerras de religión y el surgimiento del capitalismo más incipiente, nos deja el legado contractualista y entre sus figuras, el hermano más ilustre del miedo: Thomas Hobbes. Antes, el humanismo había dejado su huella; Utopos había conquistado y transformado la península en isla.[3] Se escucha que la razón puede llevar a la humanidad a la libertad si es que se la utiliza como medida crítica de las instituciones sociales. El orden político ya es artificio del hombre; el estado de naturaleza ya no es la realización de la buena sociedad donde el hombre puede realizar su esencia: el derecho natural antiguo-cristiano ha perdido su vigencia. Con Hobbes, y luego con Spinoza, el hombre no sólo no es bueno ni malo por naturaleza, no sólo siquiera es racional, mucho menos político; es ilimitado. En el derecho natural moderno, el estado de naturaleza es teóricamente anterior al Estado y al derecho social (dimensión en la que aparecen las limitaciones a la potencialidad de la imprevisible acción humana). Aquí tenemos una clave: con el estado moderno, aparece la previsibilidad, deudora de las condiciones que aseguran el cálculo y la industria, la ciencia y el comercio.

La ciencia política será el primer movimiento hacia la incursión a la ciencia social.

El segundo movimiento corresponde a la economía política. Petty (1623), Smith (1723), y Ricardo (1772) serán al pensamiento económico lo que Hobbes, Locke y Montesquieu a la reflexión sobre la relación entre la sociedad y el poder. El movimiento económico, tendrá sus propias etapas de madurez al ritmo del desarrollo de las sociedades que examina: en un principio se inclinará ante los problemas del cambio, de la circulación; más tarde, especialmente durante el S. XVIII, la atención se dirigirá a la producción. Comienza la Revolución Industrial.
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* Los textos citados son La Sociología Clásica: Durkheim y Weber (estudio preliminar) de J. C. Portantiero, Editorial de América Latina, Buenos Aires, 2004, e Ideología y Teoría Sociológica de Irving Zeitlin, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2001.
[1] Alighieri, D., De la Monarquía, L. III, C. XVI, pág. 128, Losada, Buenos Aires, 2004.
[2] Cioran, E., Escuela del Tirano en Historia y Utopía, Tusquets, Barcelona, 2005.
[3] Moro, T., Utopía, L. II, pág. 116, Losada, Buenos Aires, 2005.

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2 Comments:

Anónimo said...

Pienso que la sociologia nace fundamental y, a mi entender, erroneamente como una herramienta de dominio politico con su respectivo control social, un combo (hablando en terminos coloquiales y actuales)poco agradable que denotan una mala utilizacion de la ciencia social.

Facundo Bey said...

Estimado anónimo, al respecto, te sugiero leer la segunda parte donde el autor coincide con vos:
http://espacioagon.blogspot.com/2008/03/breve-introduccin-la-sociologa-clsica_20.html

Aprovecho para aclarar que quizás Ahmed se demore unos días en mandar la tercera parte, según me ha informado por email. Mis saludos y agradecimientos a los lectores en general.

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