Breve Introducción a la Sociología Clásica (II)

jueves, 20 de marzo de 2008

2. El orígen de la sociología


La sociología es un producto decimonónico. Aparece ligada a una situación de crisis social apremiante. Cita Portantiero a Durkheim:

“¿Qué significa el desarrollo de la Sociología? ¿De qué proviene que sintamos la necesidad de aplicar la reflexión a las cosa sociales, sino de que nuestro estado social es anormal, de que la organización colectiva es bamboleante, no funciona ya con la autoridad del instinto, puesto que esto es lo que exige la reflexión científica y su extensión a un nuevo orden de cosas?.”
[1]

Su respuesta será la de una ciencia que aspira a controlar el cuerpo social proponiendo reformas interesadas en garantizar el funcionamiento del orden constituido y conservar el status quo.

Portantiero sugiere que en este sentido, el origen de la sociología logra diferenciarse de la ciencia política y la economía. Entiéndase, sus objetivos, vistos a la luz de los tiempos a los que se corresponden, son similares. Como él mismo dice, tanto la ciencia política como la economía “construían teorías específicas que generalizaban, en el plano del pensamiento, las relaciones sociales históricamente necesarias al desenvolvimiento del capitalismo. Complementaban en esta forma los avances de las ciencias naturales contribuyendo a la secularización del mundo, a la proyección del hombre burgués, al plano de dueño y no de esclavo de la naturaleza y de la sociedad.”
[2]

Lo que el autor quiere decir, empero, es que teniendo en cuenta el compromiso histórico de la sociología, podemos afirmar, que su misión inicial fue la de conservar y profundizar un maduro nuevo orden en el que “se han generalizado ya las relaciones de mercado y el liberalismo representativo” y en el que nuevos conflictos -producto del industrialismo-, radicalmente distintos a los del pasado, aparecen “al interior de la flamante sociedad”.
[3] En pocas palabras, la crisis social y política que la Revolución Industrial genera, en cuanto transformación económica, es el estímulo para la aparición del pensamiento sociológico.

Al momento de dar respuestas a la inédita crisis social, dos vertientes antitéticas harán sus mayores esfuerzos: el socialismo y la sociología clásica. Es pertinente aclarar que –como dicen Zeitlin
[4] y Portantiero[5]-, la sociología clásica nace de un doble debate: primero con el pensamiento del S. XVIII, y luego, en su madurez, con Karl Marx.

Desde el fondo de los fundamentos de la teoría sociológica, el desarrollo del capitalismo y del liberalismo arrasó con la identidad entre las esferas pública y privada y, en un mismo movimiento, con la aparente armonía de un orden social integrado. La sociología se aferrará a esta consideración posrevolucionaria y heredará, en gran parte, la panorámica apocalíptica de la reacción romántico-conservadora. Este será el punto de partida para la ansiada reconstrucción del orden social.

Se esclarece, entonces, la función de la sociología –en el contexto de su surgimiento- en cuanto ideología del orden, ligada inseparablemente a los intereses de la clase dominante. Siguiendo esta interpretación, es fundamental esta condición para constituirse en la primer sistematización y posibilidad de considerar como objeto de conocimiento a la sociedad, en el marco de la ciencia empírica.

Para quienes serán los primeros proponentes de la sociología clásica, la magnitud y naturaleza de los problemas del secularizado cuerpo autónomo llamado sociedad, sobrepasan las capacidades explicativas de la filosofía política o las doctrinas jurídicas. Había “llegado la hora de indagar las leyes científicas de la evolución social y de instrumentar técnicas adecuadas para el ajuste de los conflictos que recorren Europa.”
[6]

La ciencia social se constituirá en ciencia positiva a imagen de las ciencias naturales, adoptando una idéntica actitud metodológica.

Saint-Simon (1760-1825) compara a la sociedad con el modelo de organismo. En su análisis habrá una anatomía –estudio de sus partes- y una fisiología –análisis de su funcionamiento. Este positivismo encontrará su método en la biología: Durkheim (1858-1917) adaptará el modelo que Claude Bernard delineara en su Introducción al estudio de la medicina experimental (1865) al momento de escribir Las reglas del método sociológico (1895); en forma análoga, los philosophees del iluminismo construyeron su ideal de explicación y comprensión según el modelo de la física newtoniana. Sin embargo, el diálogo negativismo iluminista - positivismo merece párrafo aparte.

Siguiendo las consideraciones de la escuela positiva, los procesos de cambio deben estar complicados en el mismo orden social. La tarea de la sociología será desentrañar las leyes que gobiernan ese orden y corregir sus eventuales desviaciones.

En palabras de Portantiero: “...Con esta carga ideológica nace la sociología clásica. En la medida que busca incorporar a la ciencia el estudio de los hechos sociales por vía del modelo organicista, desnuda su carácter conservador. Este rasgo incluye a todos sus portavoces, aunque existan ecuaciones personales o culturales que diferencien a cada uno. Entre esas diferencias culturales importantes –porque marcarán derroteros distintos dentro de una misma preocupación global- están las que separan a la tradición ideológica alemana de la francesa. Max Weber será la culminación de la primera, y Émile Durkheim de la segunda. Y aunque ese diferente condicionamiento cultural hace diferir sus puntos de partida, sus preocupaciones últimas –como lúcidamente lo advirtiera Talcott Parsons, el teórico mayor de la sociología burguesa en este siglo- se integrarán.”
[7]


[1] Citado en: Portantiero, J. C., op. cit., pág. 7
[2] Portantiero, J. C., op. cit., pág. 10
[3] Portantiero, J. C., Ibíd..
[4] Cfr., Zeitlin, I., op. cit., pág. 9
[5] Portantiero, J. C., op. cit., pág. 14
[6] Portantiero, J. C., op. cit., pág. 11
[7] Portantiero, J. C., op. cit., pág. 13


Durkheim: Las Reglas del Método Sociológico

Capítulo 1

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